Muchas veces, el instinto de supervivencia nos lleva a tomar decisiones apresuradas con la intención de proteger lo que tenemos y librarnos de lo prescindible. Tanto en contextos difíciles como en épocas de bonanza, el control de nuestras emociones, es la clave para tomar buenas decisiones, ya sea para nosotros mismos o nuestros equipos de trabajo. Incorporar o reemplazar un integrante, capacitarnos, desarrollarnos y analizarnos, es muchas veces, el mejor camino para mejorar o tomar un nuevo rumbo.